Camino a la Santidad
Anciano Pablo Orellana
Guatemala, 24 de enero del Año de la RecompensaParte del camino a la santidad es el buscar la paz con todos (Heb. 12:14). Esta palabra buscar se puede referir a perseguir la meta, a practicar, a tener armonía con los hermanos y apartarse para Dios al apartarnos del mal (Pr.3:7)
Para ver al Señor es necesario que nos apartemos del mal que puede referirse a aparentar, ser avaro, calumniar, injusticia, del malhumorado, depravado, impío, altivo. Pues al hacerlo procuraremos la paz y santidad que repercutirá en que veamos al Señor y para esto debemos prepararnos y ser llenos de su Espiritu.
Apartémonos también de la soberbia (Mal. 4:1) para ser librados del día malo, escojamos seguir a Dios cada día de nuestra vida siendo diligentes y buscándole para ponernos a cuentas constantemente y así su Espiritu no se aparte de nosotros y nos muestre con su amor que áreas debemos cambiar en nuestra vida para agradarle a Él.
Dentro de las cosas de las que debemos apartarnos están aquellos quienes pueden ser piedra de tropiezo en nuestro caminar con Cristo y de igual manera debemos cuidarnos para no serlo nosotros (Mt. 16:23). Estos son todos aquellos que no piensan como Dios, que no permiten o causan una oposición para que hagamos la voluntad o la obra de Dios, para esto debemos pedirle discernimiento y no dejar de avanzar en El ni parar el avance de nuestros hermanos en Cristo, dejemos que evolucionen en su caminar con El.
Apartémonos del mal para no caer en necedad (Pr.13:19) pues muchas veces esta nos aparta de la armonía con los hermanos que es una meta para procurar la paz y santidad. Si nosotros sacamos la necedad de nuestro corazón viviremos días buenos no días tristes ni dolorosos pues la necedad en el corazón produce tristeza y amargura.
Jeremías 44:5 nos muestra que el no escuchar y permanecer en la idolatría es también parte de lo que debemos apartarnos y para esto Dios ha puesto hermanos mayores dentro de su pueblo para que nos corrijan y aparten del mal. Busquemos la paz y hacer el bien, busquemos ser justos y el Señor nos escuchara y librara de todas nuestras angustias (Sal. 34:14-17). Si anhelamos esto en nuestro corazón, si desarraigamos el mal de nosotros el rostro del Señor siempre estará delante nuestro, lo podremos ver y Él nos vera con misericordia pues su bondad y amor estará con nosotros.
Jeremías 26:2 nos llama a hablar, a no omitir, a reprender a tiempo y fuera de tiempo, a exhortar a tiempo y fuera de tiempo a no omitir las palabras que Dios nos dé pues esto puede llevar a que otros se vuelvan de su mal andar, a que se aparten de la maldad y practiquen la justicia.
Arrepintámonos, pongámonos a cuentas con Dios pues Él es nuestro abogado y no ha cerrado la puerta de misericordia y santidad para que podamos ver al Señor (Ez. 18:27). Rindámonos y apartémonos del mal para poder verle, seamos humildes delante del Señor pues el temor a El trae como recompensa riqueza, honor y vida (pr. 22:3).