De Abram a Abraham

Apóstol Sergio Enríquez.

Guatemala, 29 de noviembre del Año del Reconocimiento

Podemos ver en Juan 8:31-39 que debemos transicionar de creer a ser discípulos que se da al ver los frutos que son las obras de Abraham. 

En Génesis 17:1 cuando Dios le dice a Abram anda delante de mí y se perfecto es para evaluar el caminar delante de Dios que debe ser como lo vemos en proverbios 30:29-31 como el León que siempre va hacia adelante, El ceñido de lomos, el macho cabrío, y el rey a quien nadie resiste.

Para hacer las obras de Abraham y caminar delante del Señor debemos ceñirnos los lomos para esperar la gracia (1 Pe. 1:13), para ejercer el sacerdocio (Ex.29:9), para ministrar en la presencia del Señor (1 Sa. 2:18), para reedificar (Neh. 4:18), para experimentar alegría (Sal. 30:11), para hacer justicia y mostrar fidelidad (Is. 11:5), para servir (Lc. 12:37), para comer la pascua (Ex. 12:11), para salir de Egipto (Ex. 12:11), para sellar la TAU (Ez. 9:2).

La mejor forma de ceñir nuestros lomos es cuando alguien más lo haga por nosotros (Jn. 21:18-29) lo que representa una madurez espiritual pues al levantar nuestras manos lo hacemos para rendirnos, alabar al Señor, pedir auxilio y para dejarnos vestir.

Antes de dejarnos ceñir debemos entender Job 12:18 en donde nos muestra que lo primero que debemos hacer es romper las cadenas que nos atan y estas pueden ser cadenas de esclavitud de Egipto (Miqueas 6:4) que se refiere a todas aquellas costumbres que a Dios no le agradan, cadenas de iniquidad (Hch. 8:23), cadenas de oscuridad (2 Pe. 2:4) que son tinieblas en nuestra mente y pueden nublar nuestra visión para distinguir quienes están en tinieblas y pueden hacernos caer en ignorancia pero no podemos quedarnos allí, debemos ser libres y avanzar para poder fluir en armonía con Dios. 

Pidámosle a Dios nos ayude a analizar que cadenas espirituales nos están deteniendo para poder ceñir nuestros lomos y que nos dé el discernimiento para saber en dónde están pues las cadenas pueden estar en nuestra mente, nuestras manos, nuestros pies, nuestro cuello y deben ser cortadas pues Cristo ya pago por nuestra libertad. 

Pidámosle conocer el poder que salió de su resurrección para que toda cadena que ha querido encadenar nuestra familia, nuestros hogares, nuestra mente sea rota y podamos presentarnos delante de El para que su luz y su verdad nos guie en nuestro caminar.

Pidámosle a Dios que nos hable en sueños para conocer las áreas que necesitan ser libres en nosotros (Hch. 2:17) y llegar a donde Dios quiere que lleguemos. 

Esperemos en el Señor para que nos enseñe y liberte. 


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