El Pan de la Proposición IV
Apóstol Sergio Enríquez
Guatemala, 04 de febrero del Año de la RecompensaLa palabra nos enseña que la Santa Cena nos permite examinarnos a nosotros mismos. Debemos saber que, el juicio del Hijo es el Tribunal de Cristo, el cual trae consigo un galardón; el juicio del Padre es el del trono blanco, el cual trae consigo salvación o perdición; pero el juicio del Espíritu Santo es la Santa Cena donde Dios nos concede probarnos a nosotros mismos. Debemos considerarlos como un examen privado.
Hebreos 9:2 nos enseña que la proposición es el pan de la prótesis (propósito, plan, motivación, iniciativa) es el pan de los propósitos. El pan nos ayuda a discernir si nuestros propósitos son correctos, por ello, la Santa Cena nos abre los ojos para ver hacia lo externo, a lo interno, al pasado y al futuro. Es necesario que entendamos que el pan de la proposición nos ayudará con nuestros propósitos íntimos.
Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la comida del rey ni con el vino [Daniel 1:8 (LBA)] Esto nos enseña que cuando proponemos en nuestro corazón algo que al Señor le agrada, Él nos ayuda para que se cumpla. Si nos proponemos una cosa buena, el pan de la proposición nos ayudará para que esa voluntad permanezca en nosotros y recibimos lo que Dios tiene preparado. ¡Anhelemos que los propósitos de Dios encajen con los nuestros y se hagan uno! Dios quiere hacer algo en nosotros y lo va a hacer.
David se propuso edificar un templo en honor al Señor [1 Reyes 8:17 (BDN)]. David no lo hizo, pero Dios le permitió que Salomón su hijo lo edificara, porque le agradó la propuesta, sin embargo, David nunca alejó esa propuesta de su corazón. Anhelemos que las cosas que a Dios le agraden se queden grabadas en nuestro corazón.
Josafat se propuso consultar a Jehová e hizo pregonar ayuno a todo Judá [2 Crónicas 20:3 (RV9)] Propongamos en nuestro corazón consultar a Dios todos nuestros planes, porque si Dios nos da permiso, nos irá bien.
Joás se propuso restaurar la casa de Jehová [2 Crónicas 24:4 (BTX2)]. Debemos restaurar a la gente y ayudarnos a que haya restauración mutua. Debemos levantar al caído.
Uzías cuando se propuso en buscar a Dios, fue prosperado [2 Crónicas 26:5 (RVA)] ¡Cuando buscamos al Señor, somos prosperados!