El poder de la mesa

Pastor Willy González

Guatemala, 02 de diciembre del Año del Reconocimiento

Cuando nuestro Dios nos dice que nos hace príncipes dejamos de ser plebeyos y llegamos a ser príncipes de su pueblo y nos da una invitación a su mesa dándonos una bendición extraordinaria, en donde nos prepara una mesa y nos protege de nuestros adversarios  (Salmos 23:5 LBLA); la preparación de la mesa lleva un orden preparándose para la batalla como un ejercito con los elementos que son el cuerpo, la sangre, el pan y el vino y los ordena enfrente de nuestros angustiadores, Él Señor los aleja con su poder, la palabra nos expone que hay diferentes tipos de angustia en (1 de Reyes 1:29 LBLA), hay enemigos que nos causan angustia y que nos hacen temblar (Salmos 6:3-10 LBLA), hay cosas en nuestra mente que olvidamos pero que en nuestra alma se quedan guardadas y eso nos produce angustia (Génesis 35:3 LBLA), tengamos cuidado a quien lastimamos aún más si ya somos padres porque podemos marcar angustia en el corazón y el alma de nuestros hijos e incluso nosotros mismos podemos tener angustias de situaciones que sucedieron con las personas que nos tenían que cuidar pero fue todo lo contrario y nos dañaron (Génesis 42:21 LBLA), hay enfermedades en el cuerpo que pueden ser derivadas por la angustia (2 Samuel 13:2 LBLA), e incluso llevarnos hasta los lazos de la muerte pero como hijos de Dios no podemos caer en ellos porque Él venció a la muerte y nos dio vida eterna (2 Samuel 22:6-7 LBLA), la angustia nos puede llevar a una depresión, nuestra alma se puede angustiar  (Proverbios 18:14 LBLA), la angustia es una cárcel, busquemos el pan de vida y el vino de gozo (2 crónicas 18:26 LBLA.). 

El angustiador nos puede afligir, amargar y deprimir, pero necesitamos derramar nuestra alma después de llegar a la mesa del Señor, para que el angustiador pierda todo el poder sobre nosotros y cantaremos un canto de victoria (1 Samuel 1:6-10 LBLA), dejemos todas las cargas a nuestro Dios (Éxodo 5:19 LBLA), reconozcamos a Jehová como Pastor pero también a los que Dios ha delegado en esta tierra (Mateo 9:36 LBLA), pero nuestro Dios pago el precio de nuestra angustia para que nosotros podamos sentarnos a su mesa y vencer a nuestros angustiadores (Isaías 53:7 LBLA).

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