¡No llores más!

Pastor Hilmar Ochoa

Guatemala, 17 de enero del Año de la Recompensa

Dios nos habla de muchas maneras por medio de su Espiritu y nos permite discernir el ambiente espiritual y conocer las promesas de Dios, dentro de estas el cambio de kairos o tiempo para ser introducidos en un tiempo de alegría, de regocijo y celebración, un tiempo de descanso o refrigerio (Hch. 3:19).

La palabra refrigerio se puede referir a un tiempo de alegría después de la dificultad y en Eclesiastés 3 nos habla de 28 kairos que son 14 parejas de tiempos en un orden que muestra una secuencia de un antes y un después. Dentro de estos tiempos vemos el tiempo de llorar y el tiempo de reír (Ecl. 3:4), el tiempo de sembrar y tiempo de cosechar (Ecl.3:2). 

Una recompensa significa que el tiempo de llorar se acabó y abre paso al tiempo de reír que es una recompensa que Dios nos regala y ministra.

Lucas 7:11-16 nos deja ver a Jesús como consolador de la madre que perdió a su hijo no solamente utilizando palabras sino también accionando al resucitar a su hijo. Por ello podemos entender que cuando el Señor ve nuestras lagrimas se compadece de nosotros pues El no permanece indiferente a nuestro dolor.

Si hemos estado pasando una dificultad, amargura o tristeza recordemos que el Señor se compadece de nuestras lágrimas, que Él nos ve en medio de nuestra oscuridad y se compadece de nosotros. Lucas 15 nos habla del hijo prodigo y podemos ver como el padre al recibirlo dice este hijo que estaba muerto ha vuelto a la vida, de la misma manera muchos que se han alejado de Dios, que han estado perdidos Dios los despertara y levantara, los regresara y nosotros haremos fiesta por ellos.

Para quienes han estado llorando Dios pide que paremos, que sequemos nuestras lagrimas pues ya no es tiempo de seguir llorando, es tiempo de regocijarnos en la presencia de Dios pues es el tiempo de la buena voluntad del Señor. Para alguien que tiene tristeza en su corazón es difícil dejar de llorar y es por ello que Dios hará un milagro en medio del lamento y la amargura pues Cuando Dios nos dice que dejemos de llorar El nos da una razón, una promesa y en este caso es el que los hijos volverán a su territorio (Jer. 31:15-17 LBLA).

Dios recompensa nuestra fidelidad en medio del dolor, Él es misericordioso y bondadoso y anuncia el regreso de los cautivos. Nuestro trabajo para el Señor ha sido guardado en el libro de las memorias y el libro de las obras y El dará recompensa pues nuestros hijos serán enseñados por Dios y veremos nuestra recompensa en ellos. Veremos una restauración familiar, una restitución en nuestra casa. Hay recompensa por nuestro trabajo, nuestras obras, nuestras acciones, nuestras penas, nuestras pruebas, nuestro sufrimiento, nuestras lágrimas. Es un tiempo para regresar con esperanza y obtener recompensa por el arrepentimiento sincero al reconocer el pecado y apartarse del mismo (Zac. 9:12). Un tiempo para ser restaurados y estar en la presencia del Señor, un tiempo en el que Dios desea hacernos felices.

Dios trae un cambio de temporada, El desea llenarnos de alegría, gozo, dicha y felicidad. Ya no derramemos más lagrimas por nuestra perdida, fracaso o luto, confiemos en Dios y en fe entremos a la dimensión de alegría y fiesta que Dios tiene para nosotros.

Dios hará una transformación de lugares secos a manantiales, de lamento a baile, de tristeza a gozo para que recuperemos el deleite, la alegría pues este año es un año de regocijo. Ya no estemos tristes, Dios nos hace libres de yugos, saca nuestra alma de la depresión, quita el manto de luto y dolor, soltémosla y seamos libres, sequemos nuestras lagrimas pues Dios nos dará recompensa.

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