Santificando el hogar

Apóstol Sergio Enríquez

Guatemala, 22 de enero del Año de la Recompensa

Es importante analizar lo que aprendimos de nuestra familia en nuestra infancia, ya que eso es lo que replicamos cuando formamos un hogar, por lo que es necesario desechar toda costumbre y actitud que no es agradable delante del Señor. Para ello, es necesario que pidamos al Señor tener discernimiento y revelación con nuestra familia, para poder corregir cualquier problema que se manifieste en el hogar. Así también, es necesaria la ministración para los cónyuges y la familia, para recibir consejo de parte de Dios a través de sus siervos.Por otra parte, en el caso de los matrimonios en que solo uno de los cónyuges es creyente, la Palabra de Dios nos muestra que el que no es creyente es santificado por el que sí es creyente, esto previo consentimiento de ellos, es decir, que haya común acuerdo en cuanto a la forma en que van a llevar su matrimonio ya que el que sí es creyente buscará a Dios sobre todas las cosas. Por lo tanto, ¡busquemos influir positivamente en nuestro hogar para que este sea santificado! (1 Co. 7:12-15). A la luz de la Palabra vemos que uno de los significados de la santidad es “apartarse para Dios”, entonces, confiemos en Dios para poder exclamar: ¡yo y mi casa serviremos al Señor! Para que esto sea posible, primeramente, debemos apartarnos de la senda de los que andan en maldad para poder ser canales de bendición para los nuestros (Pro. 1:15-16).

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